martes, 20 de diciembre de 2016

La metapintura en el Museo del Prado

Se suele entender el concepto de metapintura como “un cuadro dentro de un cuadro”. No está equivocada está explicación sencilla, pero si nos adentramos en la exposición temporal del Museo del Prado “Metapintura, un viaje a la idea del arte” (15/11/2016-19/2/2017) descubriremos que se trata de algo más amplio. Como dice el subtítulo, se trata de un tipo de obras pictóricas sobre la propia idea de arte, aunque en esta amplitud caben tantas variantes que no es extraño que la exposición ocupe doce salas (más de 100 obras), incluyendo géneros a los que el visitante lego en pintura está acostumbrado, como los retratos. Por un lado, puede criticarse esta inclusión algo “forzada”, pero por otra parte, también se puede entender que los organizadores han hilado “muy fino” para justificarla. El folleto informativo dice:
Lo que tienen en común estas obras es que no sólo actúan como “ventanas” de una realidad exterior, sino también como “espejos” en los que sus autores reflejan sus rostros o cuestiones relacionadas con la historia de su actividad, con los usos y connotaciones asociados a las imágenes o con las leyes que rigen la práctica de la pintura o la escultura. Son obras que demuestran […] cómo el arte se ha convertido en tema del arte.
Es decir, el arte visto desde dentro, un recorrido del cambiante estatus que han tenido la pintura (y otras artes) a lo largo de su historia. De ahí que se recojan obras que reflexionen sobre religión y mitología, el origen de la propia pintura, el carácter “mágico” de las imágenes, la idea de la fama o los riesgos de la profesión de artista, el espacio de creación (talleres), museos y galerías de arte, autorretratos y retratos de otros pintores.
Algunos espacios tratan de:
-relatos y leyendas de la mitología y la religión, a través de los cuales se explicaba el impulso artístico;
-“El Quijote y las Meninas”, una vitrina con dos libros perfectamente encuadernados, de la primera edición de los dos volúmenes del Quijote, frente a un panel con una reproducción de las Meninas: son hitos de la literatura y pintura autorreflexivas europeas, la metaficción y la metapintura;
-“Cuando no basta el arte: el poder de las imágenes”: aquí se enfocan las concepciones o el sentido que se atribuían a las obras de arte, es decir, la veneración o la reprobación, según supuestos poderes “mágicos”;
-“La pintura como signo”: ejemplos de “cuadro dentro del cuadro”, con intenciones concretas que pretenden expresarse de este modo, como la devoción, la sumisión, etc.;
-“Los límites del cuadro” es uno de los espacios más originales y creativos, al experimentarse el “ilusionismo”, confundiéndose realidad y pintura;
-“El rostro del arte”, donde conocemos cómo los artistas querían ser percibidos, una veneración a la propia personalidad de artista, mediante retratos y autorretratos;
-“Los lugares del arte”, donde se ilustran los espacios de aprendizaje y de creación artística, además de donde se exponían las obras;
-reflexión del arte y los artistas desde la Ilustración, donde se cuestionan algunas imágenes muy arraigadas o los propios asuntos relacionados con el artista, como el amor, la muerte y la fama.


A continuación cito algunas de las obras expuestas. Disculpad el desorden y la falta de precisión de los comentarios, ya que este sitio es sólo un blog donde tomo anotaciones de manera pública.

***

"Tiziano y la Pintura", anónimo italiano. Bases del arte de la pintura, dibujo (compás) y color (paleta).


Tiziano, "Autorretrato" de perfil. A Tiziano se le considera padre del color en la pintura. El perfil era característico de hombres ilustres, como en las medallas o monedas.

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Zurbarán, "Cristo crucificado contemplado por un pintor", 1650.

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Gérard David, "La Virgen con el Niño", 1520. Idea del cuadro como “ventana”.



Anónimo flamenco, “El Calvario”, h. 1520. La pintura se confunde con la realidad. El calvario está entre nosotros.




Francisco Ribalta, "San Lucas", 1625-27. Se enfatizan los ojos, porque son el órgano vinculado con la profesión de la pintura. Es muy interesante la figura de san Lucas porque, además de evangelista y médico, fue representado como pintor en el s. XVII. De ahí que los pintores se autorretrataran como san Lucas. Hay que decir, además, que el tema religioso en pintura era un buen pretexto para los pintores para autorretratarse. Símbolos de poder como la religión o la corona, si el artista era agudo, eran el pretexto para el arte, cuando lo normal es que sea al revés.



José García Hidalgo, "Dios padre retratando a la Inmaculada", 1690. Tópico del Deus Píctor. En los letreros tipo “cómic” del cuadro se lee en latín que el pintor “faciebat” la obra, en imperfecto, como acción no terminada, no perfecta. En cambio, Dios “fecit”: termina la obra en toda su perfección. (La imagen es pequeña y de poca calidad, disculpen que aquí no se pueda ver el detalle.)

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Narciso “inventó” la pintura al contemplarse reflejado. Su fatal final indica los peligros de la profesión de pintor: conflicto, tensión…


Juan Gómez de Navia, "El origen de la pintura". Según cuenta Plinio, la hija del alfarero Butades, a la luz de un candil, dibujó la sombra de su amante.

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Fray Juan Andrés Rizi, "San Benito destruyendo los ídolos". Las obras de arte podían ser consideradas objetos de culto. Los ídolos (en este cuadro, una escultura de Apolo) eran representaciones del poder, que debían ser destruidos, y suplantados por obras religiosas cristianas (¿y no eran éstas otras representaciones del poder?). De la rota escultura de Apolo surge un demonio: a las obras de arte se les atribuyen poderes, temores, etc.

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Se trataba de introducir la misma idea de “arte”, calidad y belleza, para potenciar la eficacia devocional de pinturas y esculturas.

Juan Sánchez Cotán, "Bodegón de caza, hortalizas y fruta", 1602. El bodegón es el género del artificio y del ilusionismo. En este cuadro, claramente tridimensional, los objetos parecen salirse del lienzo.

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Lucas Valdés, "Terremoto detenido por la intervención de la imagen de san Francisco de Paula", 1710.




Anónimo, "Milagro en Tolosa de san Antonio de Padua" (conversión de un albigense: el milagro consistía en que pusieron una hostia sagrada en un cesto con paja para una mula, y ésta no comió).

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Antonio de Pereda, "San Jerónimo", 1643.

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Jean Lemaire, "Eremita entre ruinas". Reflexión entre el paganismo y la fe cristiana.


Sofonisba Anguissola, "Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II". Una de las pocas pintoras de esa época, de enorme calidad.

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Bernardo Llorente Germán, "Trampantojo con libros, grabados y caja".

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Velázquez, "Las hilanderas" o "La fábula de Aracne", 1664. Muestra de “arte infinito”, para reivindicar la pintura como arte liberal. Era conocida la “competencia” entre Tiziano y Rubens, ya que este último “copiaba” al italiano; sin embargo, Velázquez los supera porque no se ciñe a esa escena, sino que representa la escena duplicada, con la realidad y el mito.

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Rubens, "Palas y Aracne".

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Rubens / Jan Brueghel el Viejo, "La Vista", 1617-1618.

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Vicente Carducho, su famoso tratado "Diálogos de la pintura", 1633. “En la que tabla rasa tanto excede / que vee todas las cosas en potencia, / solo el pincel con soberana ciencia / reducir la potencia al acto puede.”
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La misma página del libro aparece en  Juan de Valdés Leal, "Alegoría de la vanidad". Género "vanitas", nótense las pompas de jabón, símbolo de lo efímero.


David Teniers, "El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas de Bruselas". El énfasis en demostrar la importante consideración de la pintura en estas obras tenía como objetivo la defensa del propio gremio de los pintores, que aspiraban a ocupar una posición social cada vez más importante.

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Alberto Durero, "Autorretrato", 1498. A partir de este momento, los retratos, que tenían un valor meramente utilitario para demostrar poder, empiezan a ser considerados obras de arte.

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Goya, "Sueño de la mentira y la inconstancia" / "Volavérunt". Nótense las alas de mariposa en la cabeza.

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Goya, "Retrato de Gaspar Melchor de Jovellanos". El ministro, con su libro Elogio de las bellas artes, da comienzo en España al estudio de la historia del arte y la reflexión sobre éste: para él la pintura está vinculada a los conceptos de “verdad” y “naturaleza”.

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Bernardo López Piquer, "Isabel deBraganza", 1829. Fundadora del Museo del Prado. 

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Goya, "La marquesa de Villafranca pintando a su marido", 1804.

Francisco de Goya. La marquesa de Villafranca pintando a su marido, 1804. Madrid, Museo Nacional del Prado


Michel-Ange Houasse, "Academia de dibujo" 1720.


Pepe Borrell del Caso, "Huyendo de la crítica", 1874.

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